13 de julio de 2016

Diario de viaje - 19: Pequeños detalles

Mi clase de la mañana fue entretenida.  Trabajamos sobre dinámicas de grupo con un enfoque práctico (lecciones cortas y ejercicios experienciales) que hizo, junto con la novedad del tema, que la clase fuera mucho mejor que las que he tenido hasta ahora.

Pero quiero hablar sobre las compañeras con las que estuve en la tarde.  Cai, Yu, Lin Lu y Min son cuatro chicas provenientes de China.  En clase no habíamos tenido la oportunidad de compartir mucho, pero hoy me invitaron a ir de compras con ellas, lo que fue fabuloso.  Almorzando en mi habitación pensé por un momento no ir, ya que tenía muchas cosas que leer, pero el hecho de que me invitaran, cuando usualmente no hablan ni comparten con nadie que no sea chino, me hizo sentir honrada y pensar que sería una descortesía rechazarlas.  Así que fui.

Comunicarnos con palabras es un poco difícil, pues les cuesta trabajo hablar en inglés y yo lo único que sé de chino es "nihayo" y "xie xie" ("buenos días" y "gracias").  Bueno, lo único que sabía.  Ahora sé también que "abuela" se dice "nene" (sí, como "bebé" en español.  ¡Oh, dulces ironías de los lenguajes!) y que "guaan" traduce, en buena tónica, algo como "déjame en paz / no me molestes".  Me enseñaron algunas otras palabras, pero no estoy segura de poderlas recordar a largo plazo.  En fin, debido a la barrera lingüística tuvimos que apoyarnos bastante en el lenguaje no verbal, señalar y tocar objetos.  Lo que siempre resulta divertido.

Sin embargo, lo que me hizo escribir este post fue algo diferente, un pequeño gran gesto de gratitud que me conmovió: de vuelta en el campus y después de la cena, me regalaron un pequeño paquete de chocolates de la tienda en la que estuvimos como forma de agradecimiento por lo que yo considero como "insignificante" ayuda en las clases.  Y es que me parece tan natural, ayudar a alguien a comprender lo que se dice, dedicarle un poco de tiempo, asegurar que participe en el grupo..., que no creía merecer más que un "gracias".  Pero para ellas no fue así.  Otra muestra más que refuerza mi convicción de que en la compleja trama de la interacción social nunca podemos saber cuánto  ni de qué manera afectamos a los otros.  Razón de más para ser amable, para ser humano.

Así como mi pequeña ayuda las motivó a darme un presente, su amable gesto me conmovió.  Qué hermoso es afectarnos mutuamente de forma positiva.  Qué hermosas son las buenas amistades y los buenos momentos.


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