Me disculpo por mi “episodio” anterior. No estaba en mis cabales en ese justo momento. Cuando te acabas de caer, te parece que te has hecho un gran gran daño. La herida sangra y duele mucho. Pero cuando el tiempo –los segundos, minutos, horas –ha pasado y tu cerebro empieza a funcionar nuevamente puedes darte cuenta de la verdadera profundidad de la herida, de si es algo en lo que merece la pena reparar, o si se trata de algo "irrelevante".
No fue algo sin importancia. De eso estoy segura, pero viendo ahora las cosas, viendo el resultado -aparentemente bueno -que dejó esa pequeña "charla" -si es que a una conversación en la cual tienes que, todo el tiempo, tratar de controlar las lágrimas y la modulación de la voz, se le puede llamar así -ya no me siento tan mal. Fue un poco triste en su momento, pero gracias a unas cuantas verdades -anotación: "la verdad duele" -ya estoy mucho mejor, estamos mucho mejor. Así que ahora que la "tormenta" ha pasado... ¡Qué vergüenza!
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