En verdad que no lo entiendo -esta entrada iba a ser diferente, pero se dieron las circunstancias- ¿cómo puede la gente infravalorarse tanto? No entiendo qué hace falta para ver nuestro verdadero ser, para darnos cuenta de lo que realmente somos, o para llegar a apreciarlo un poco. Deberíamos de una vez por todas reconciliarnos con el espejo, aceptar el reflejo que vemos allí, y más que aceptarlo, aprender a quererlo. Basta de espejismos y de malas concepciones propias, si apartaras la neblina de tu vista y te liberaras de la autocrítica dañina y de tus propios prejuicios podrías darte cuenta de lo que realmente se encuentra frente al espejo, tú mismo.
¿Por qué el ser humano no ve lo maravilloso de su ser? Codicia, ambición, ceguera... ¿por qué siempre querer más de lo que ya tenemos, de lo que ya somos? ¿por qué no contentarnos con nosotros mismos? No hablo de conformismo, ni mucho menos, hablo de autoaceptación, de amor propio. No soy quien para decir estas palabras, pues yo también me subestimo, como muchas otras personas, pero sería bueno valorarnos un poco, sólo de vez en cuándo, si no se puede siempre.
Uno mismo no se alcanza a dar cuenta de lo valioso que es, pero las otras personas, al mirar desde afuera, si alcanzan a notar nuestras virtudes, nuestras habilidades, nuestros talentos, todos nuestros aspectos positivos. Desearía que te pudieras ver de la misma forma en que yo te veo... es todo lo que digo.
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