El ritmo de la vida tiene su propio compás. En unos momentos es alegre y eufórico, y en otros tantos posee una melodía decadente... pero siempre hermosa. "La vida no se cuenta por el número de respiraciones que tomas, sino por aquellos momentos que te quitan el aliento."
Estuve pensando -como raro- y surgió la metáfora de la danza, al hablar de la vida. Me pregunto quién está marcando el paso en este momento, ¿las situaciones? ¿él? ¿ella? ¿yo?
Existen muchas personas que se conforman con bailar. Avanzan, retroceden, dan un giro y vuelven al lugar del cual partieron, pero ¿bailaron, acaso, a su
ritmo, por y para ellos? ¿fue su propia decisión la que impulsó aquel misterioso y excitante baile? ¿O tal vez son tan solo "juguetes del destino"?
No voy a profundizar mucho en esto, -no tengo mucha inspiración hoy- sólo quiero dejar una idea clara: yo soy quien marco el paso de mi propio baile. Si giro indebidamente, si tropiezo, si desentono... será por el propio deseo de mis pies de bailar, de ser parte de mi baile. Si encuentro una pareja, si la despido, si la sigo, seré yo quien decida.
Agradezco a aquellos pies que siguieron en algún momento mi ritmo y deseo para ellos lo mejor, pero entiendo, también, que aquellos pies deben ahora bailar su propia canción. ¡Éxitos, siempre queridos pies, deseo para ustedes, una pista de baile llena de luz!
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