11 de junio de 2010

De la consternación a la alegría


Esta es una publicación atrazada de hace dos días... creo que ya se me está volviendo costumbre, y lo peor es que no es mi culpa -... profesores que me dejan sin tiempo ¬¬ - trataré de no permitirlo, pero no prometo nada.

"Hoy me siento un poco… consternada. No entiendo qué es lo que la gente espera de mi, qué es lo que piensa de mi-bueno, sí lo sé- Que soy un ser frívolo, insensible, estricto… no sé cómo pueden decir tantas cosas sin siquiera conocerme (...)" Sí. Así iba a empezar mi publicación. Hablando de cosas que pasaban por mi mente en ésa calurosa, y por tanto, horrorosa tarde. De cosas que, a la larga, no tenían relevancia, ya que no harían ninguna diferencia pues la fuerza de costumbre es tan grande que lo que hagas, o intentes hacer en unas semanas, no borrará lo que has hecho durante años.
Iba a hablar de lo triste que es que la gente no se de cuenta de lo que estás tratando de hacer, pero afortunadamente -y quien lo dijera - las tareas no me dejaron... y mi dueña tampoco.

Fue gracioso, ¿sabes? El pasar de un momento a otro de la consternación y el estado pensativo a la alegría. En verdad te lo agradezco, y no me cansaré de hacerlo nunca.
Pocas veces lo he dicho, y no porque no sea importante, sino que a veces no es el momento apropiado. Eres mi motivo, mi metrion (camino de la esperanza), mi aliento cuando quiero desfallecer. Eres ése oasis que encuentras después de un largo caminar por el desierto... como el agua proveniente de un manantial, la cual alivia mi fatiga y renueva mis fuerzas.
Nunca encontraré palabras suficientes para expresarte todo lo que siento, y tal vez por eso no te diga las cosas a menudo, pero quiero que sepas lo que siento, y que aunque no estemos todo el tiempo juntas en un plano físico, siempre te llevo en mi mente y en mi corazón...

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