A veces, cuando me siento ansiosa, incluso triste, tengo la mala costumbre de abrirme las heridas ya cerradas de los labios.
¿Será que ellos, mis labios, sienten tu ausencia?
¿Será que quiero ser salvada?
No somos culpables de lo que nos correspondió vivir, pero sí somos responsables de lo que hacemos con eso.