Como odio esa expresión "eres mía y yo soy tuyo", como si las personas fueran cosas, objetos que pueden poseerse y después de un tiempo desecharse si no se obtiene de ellas lo suficiente o lo esperado, como si se pudiera apropiar de un ser que se asume libre en sus cárceles cotidianas, como si un alma se adueñara de otra igual que un niño paga unos pesos por un dulce, o un joven por unos cigarros.
Como odio esa expresión, que destila el atroz y arrogante deseo humano de poseer hasta lo que no tiene precio...
Y sin embargo, qué solitario resulta decir "yo no soy de nadie".