26/09/12
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¿Qué será esta presión en el pecho, cada vez que hablo de olvido? La certeza, querida mía, de lo inminente, el desasosiego de la pre-ocupación, yo misma resistiéndome al olvido sin poder hacerlo...
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Y tal vez un día me abandones, tal vez un día despiertes y me hayas olvidado, tengas una mente nueva, libre de mí y de todo lo que fuimos. Pero si tú lo logras, ese es un lujo que yo no puedo darme, el olvidar.
Eres como una estampa de fuego en mi memoria, ¿te extinguirás algún día? No, es imposible. Este miedo a que me olvides, a no haber significado nada más que un parpadeo en tu historia, es lo que me impide olvidarte, además de lo obvio, por supuesto: que no quiero.
Y yo pienso, muy a menudo, olvidar deliberadamente que no me has devuelto mi libro, con el ánimo de que, años después, un día lo abras y te acuerdes de mí, como por accidente, al leer mi nombre.
Hoy se me dio por recordarte, ¿me recuerdas tú también?