No somos culpables de lo que nos correspondió vivir, pero sí somos responsables de lo que hacemos con eso.
7 de agosto de 2012
4 de agosto de 2012
Narnia, la culpa es de ella...
No sé ustedes qué piensen, pero por mi parte sigo pensando que no quiero crecer. No me refiero a irme al País del Nunca Jamás como Peter Pan y evadir, huir de todo: de la cantidad de riesgos, decisiones, penurias y alegrías que se resumen en la palabra "crecer". Me refiero a mantener en mi corazón y mi mente, la inocencia y la virtud de una niña. No me refiero tampoco a ser inmadura e insensata, hay quienes confunden la inocencia con la ingenuidad, y les digo que, aunque en ciertos casos se parezca, no es lo mismo.
¿Qué es mantener el corazón de un niño, de una niña? Es soñar con los ojos abiertos, creer en otros mundos, saber que por el simple hecho de no poder ser vistas, no significa que ciertas cosas -y seres- no existan. Tener el corazón y la mente de un niño significa poseer cierta sabiduría que escapa a los adultos, y ni siquiera saber que se posee; significa creer en los imposibles y mantener la esperanza de volverlos realidad... Significa no dejar de soñar, descubir la belleza y la alegría en las pequeñas cosas. Y yo no quiero dejar de hacerlo.
Me gustaría que ciertos adultos no miraran la fantasía y los cuentos de hadas como si fueran simples ilusiones, producto de mentes muy ingenuas y poco aptas para el "conocimiento verdadero". Me gustaría que pudiéramos todos descubrir -válgame el cliché- nuestro «niño interior». Yo creo que el mundo podría ser muy distinto. Tal vez podríamos descubrir que no somos tan diferentes los unos de los otros, que si lo miramos desde otra luz, todos somos uno. Tal vez podríamos detener el ritmo desenfrenado con el que estamos acabando con el mundo... no sé, existen muchos "tal vez" y pocas certezas respecto a lo que "podría ser".
Son simples consideraciones y pequeños deseos los que escribo aquí. ¿El motivo? La libertad de pensamiento y los libros. Qué buenos amigos ellos, que sin esperar nada a cambio te abren la mente a otros horizontes, te llenan el corazón de sentimientos, te aportan conocimiento o simplemente te entretienen. Las Crónicas de Narnia pueden parecer "libros para niños" pero deberían saber que, muchas veces, las películas y libros que dicen ser para los pequeños, contienen más sabiduría que la que se encuentra en muchos libros y películas de "adultos". Me quedo pues, llena de bonitos sentimientos y pensamientos profundos -que no escribiré aquí con el ánimo de que no pierdan su valor en el "papel digital"-, y una sonrisa en el rostro al descubrir las pequeñas señales y claves secretas que el autor deja por ahí y a la deriva, como queriendo ver si alguien las encuentra; y con una frase de Aslan, el Gran León, cuyo nombre es diferente en nuestro mundo pero representa lo mismo, con el ánimo de hacerlos pensar un poquito en esas cosas "para niños":
"Oh, Hijos de Adán, ¡con qué habilidad os defendéis de todo l oque os puede hacer bien!"
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