13 de febrero de 2016

De música y palabras

Desearía poder arrancar mi corazón y dejarlo plasmado en el violín, hacer que cada nota fuera única y llegara a los rincones más recónditos de este universo.  Así, como una exhibicionista, podría mostrar al mundo lo que llevo dentro y librarme de mi caos por un rato.  Pero no puedo.  Las palabras han sido siempre mi maldición.  Igual que las notas que no puedo interpretar correctamente, las palabras se me escurren entre los dedos y se vuelven un charco sin alma a mis pies, un espacio de nada con apariencia de algo sin lo que, a diferencia de las notas, no podría vivir.  Son mi tormento, mi hermoso tormento.  Imperfectas pero siempre presentes.  Vacuas pero necesarias.  He sabido vivir sin las notas, más sin las palabras no sobreviviría.

Y, sin embargo, desearía saber tocar mi violín, desearía llorar y reír con él, entregarle mi corazón por completo.  Pero no he podido arrancármelo.  Lo máximo que he logrado es cortar trocitos de él y meterlos en un tarro, encender una lámpara incandescente y contemplarlos en el microscopio, esperar a que sean algo.  Pero los trocitos no laten, sólo sangran.  No cantan, ni ríen, ni saltan, ni sueñan, sólo adolecen.  Lloran recordando la parte de la que provienen, esa gran parte que es mucho más que las sombras y la desazón en la que viven, condenados, en el tarro bajo la luz y el microscopio.  Desean volver a esa gran parte que es risas y anhelos, recuerdos y despedidas, alegrías y sueños, tristezas y victorias.  Y yo deseo que lo hagan.


Esa gran parte que no he podido entregar es la que escucharía el violín, que hablaría sin palabras, alcanzando lo inefable.  Porque no hay algo más melancólico que escuchar a un violín llorar y nada más alegre que oír su aguda risa, porque la música alcanza lo que no pueden las palabras, esas palabras, benditas y desdichadas, que no me dejarán jamás.  «Hibike, hibike, hibike».  «Resuena, resuena, resuena».  Explota dentro de mí y aleja a mis elusivas e inocuas palabras, rellénalas, complétalas.  Que tus sonidos les insuflen alma.  Toca para mí y yo las tocaré a ellas.  Suena para mí y yo las transformaré en algo hermoso.