17 de abril de 2011

"El Retrato de Dorian Gray"

Esta novela, la única de Oscar Wilde, cuenta la historia de un atractivo joven llamado Dorian, que debido a su profundo deseo de permanecer joven y bello por siempre, hace que todo signo de vejez se traspase a un retrato de sí mismo, que un amigo suyo –Basil Hallward –hizo para él; de tal manera que, mientras el retrato envejece y muestra la corrupción de su alma, él seguirá siendo eternamente joven.

La historia de “El Retrato de Dorian Gray” empieza por un capricho del destino, el de conceder a un ingenuo joven un deseo tan vano y pueril como la belleza y juventud eterna. ¿Es la belleza lo más importante de la vida? ¿Es la juventud la más grande de las virtudes? ¿Hasta dónde es capaz el ser humano de llegar para conservar ambas?

Mucho se ha hablado de la intención de Oscar Wilde al escribir “El Retrato de Dorian Gray”. Algunos pocos dicen que buscaba, con su obra, moralizar a las personas de su época sobre la vanidad y sus consecuencias. Otros, atribuyen a esta historia las cualidades y defectos de su propia persona, como si hubiera querido dejar plasmadas sus emociones más íntimas y su pensar respecto a la vida, permanentemente, como si esta historia fuera su propio retrato. Pero, si algo es cierto es que, queriéndolo o no, Oscar Wilde dejó en ésta un poco de ambas cosas y mucho de la primera.

La vanidad es el tema principal de esta historia, pero también muestra, de forma clara, las consecuencias de la influencia de un ser sobre otro. En un comienzo, Dorian Gray es un joven normal, –sin llegar a ser nunca común y corriente– simpático y amable: “Allí estaba todo el candor de la juventud unido a la pureza ardiente de la adolescencia.”, según Lord Henry Wotton; pero que, después de escuchar las perniciosas palabras del Lord anteriormente mencionado, da un vuelco a su vida y a su forma de ver el mundo y a sí mismo. Aunque, en ese momento, aún queda en Dorian Gray algo de aquella inocencia, es el amor y la posterior desilusión, seguida de la tragedia, la chispa que acaba con la bondad de su ser. Lo que, desafortunadamente, le hace seguir fielmente las bellas pero peligrosas palabras de Lord Henry Wotton.

Dorian Gray se vuelve superficial, preocupado sólo de sí mismo y de su imagen. Vanidoso. Decide corromper su alma y actuar siempre buscando el placer, sin preocuparse, debido a su conocimiento de que cualquier consecuencia de sus actos se verá reflejada en su retrato y no en él mismo: “Eterna juventud, pasión infinita, placeres sutiles y secretos, alegrías ardientes y pecados más ardientes aún…, iba a poseer todas estas cosas. El retrato asumiría el peso de su vergüenza: esto era todo.”

Después de dicha resolución, la vida de Dorian Gray transcurrió intensamente. Guiado por los placeres, vivió por y para ellos. Podría decirse que se perdió todo lo bueno que había en él, excepto su buen gusto y hermosa presencia. Su retrato, que fue como su conciencia, se tornó horrible, desfigurado por cada pequeña tentación a la cual cedió, algo que, en un comienzo, le llenó de placer pero que, lentamente, lo fue llevando a su perdición. Llegó, incluso, a asesinar a quien antes fue su amigo.

Hubo un momento en la vida de Dorian Gray, en que un eco lejano de su olvidada conciencia se hizo presente y arremetió contra él, llenándolo del penoso recuerdo de sus horribles actos, pero bastó aquel pequeño remordimiento, para que perdiera los estribos y tratase de destruir el retrato, para que tratase de destruir su conciencia. Algo que, finalmente, le llevó a su propia muerte.

Es de este modo que Oscar Wilde nos muestra cómo la vanidad y la mala influencia de alguien puede llevar al más perfecto de los hombres a su destrucción. Pero, si estuvieras en el lugar de Dorian Gray y pudieras ser hermoso y joven por toda la eternidad, si tu cuerpo no sufriera alteraciones con el paso de los años y se conservase inmaculado ¿te rehusarías, siquiera un instante?

Sólo es mi opinión...

Lo que publico a continuación es uno de los trabajos de Español que me parece, debería no olvidar... Cabe resaltar que se acepta discrepancia...

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Puede que para muchos de ustedes el tema del que voy a hablarles les parezca aburrido de tantas veces que se ha tratado. Pero considero que nunca dejará de ser importante y jamás será bueno que seamos indiferentes a él. Es por esto que me propongo, con este discurso, hablar sobre mi opinión en contra de la Eutanasia.

La palabra “eutanasia” tiene un origen griego cuyo significado es “buena muerte”, pero ¿hasta dónde puede esta práctica ser una “buena muerte”? Las enfermedades y el dolor han existido desde el origen mismo del hombre, pero es en el siglo XVII cuando aparece este término en boca del filósofo Francis Bacon, quien atribuye el significado de “la aceleración de la muerte en un hombre enfermo” a esta palabra, cuyo sinónimo tabú es suicidio asistido.

Teniendo en cuenta la cronología, mucho antes de Bacon, hacia el siglo V a.C, un hombre dedicado al estudio de la Medicina y las enfermedades hizo el juramento al que se someten, aún en la actualidad, los profesionales de la Salud, en el que jura: “jamás daré a nadie una medicina mortal por mucho que me lo soliciten.” Entonces, ¿cómo es posible que aún después de haber jurado defender la vida por sobre todo, existan algunos profesionales de la salud que lleven a cabo el suicidio asistido?

Las personas a favor de la Eutanasia, según el doctor Manuel Sureda González, hablan de defender la dignidad de la persona humana. ¿Están queriendo, entonces, decir que una persona enferma no tiene dignidad? ¿Deja, acaso, una persona de ser “humana y digna” porque está enferma? ¿Es esa la dignidad que buscan defender? Ahora bien, ¿cómo puede la eutanasia contribuir a hacernos mejores seres humanos? ¿Asesinando? ¿Aprobando el suicidio? ¿Regresando a la prehistoria, a aquel tiempo en que el hombre abandonaba o asesinaba a los débiles y enfermos? ¿Cómo pueden saber que el paciente que hoy decide morir no se curará mañana con un avance o descubrimiento científico?

Existen muchas personas que dicen estar a favor de la Eutanasia por el simple hecho de ser pusilánimes y tener una visión limitada del asunto, pero me pregunto si han logrado ver más allá del momento inmediato. ¿Han pensado, alguna vez, que la Eutanasia podría ser utilizada por el Estado para evadir el pago de recursos destinados a las EPS y Centros de Salud, para evadir su responsabilidad con los pacientes, debido a que es más barato dejar morir a las personas que invertir en la cura de las mismas? ¿Han pensado que esta práctica podría aumentar el número de homicidios destinados a cobrar herencias? ¿Han pensado que podría aplicarse la Eutanasia para surtir el Tráfico de Órganos? Y no es por exagerar, pero como existen personas buenas en el mundo, así también las hay inescrupulosas y perversas. ¿No usaría, una persona de estas, la Eutanasia para ganar dinero?

“La vida es un derecho inalienable”, reza la Constitución Política de Colombia, y el que se crea poseedor o dueño de la vida, como para creer que puede decidir quién vive y quien muere, no es más que un farsante. Espero, tan sólo, que esto de lo que les he hablado les haga pensar un poco, pues hasta la persona más insensible, entendería algo como esto. Gracias por su atención, pero antes de marcharme desearía que pensaran, de nuevo, en eso: ¿Puede la Eutanasia ayudarnos a ser mejores seres humanos?

6 de abril de 2011

C'est la vie :)

El ritmo de la vida tiene su propio compás. En unos momentos es alegre y eufórico, y en otros tantos posee una melodía decadente... pero siempre hermosa. "La vida no se cuenta por el número de respiraciones que tomas, sino por aquellos momentos que te quitan el aliento."
Estuve pensando -como raro- y surgió la metáfora de la danza, al hablar de la vida. Me pregunto quién está marcando el paso en este momento, ¿las situaciones? ¿él? ¿ella? ¿yo?

Existen muchas personas que se conforman con bailar. Avanzan, retroceden, dan un giro y vuelven al lugar del cual partieron, pero ¿bailaron, acaso, a su
ritmo, por y para ellos? ¿fue su propia decisión la que impulsó aquel misterioso y excitante baile? ¿O tal vez son tan solo "juguetes del destino"?

No voy a profundizar mucho en esto, -no tengo mucha inspiración hoy- sólo quiero dejar una idea clara: yo soy quien marco el paso de mi propio baile. Si giro indebidamente, si tropiezo, si desentono... será por el propio deseo de mis pies de bailar, de ser parte de mi baile. Si encuentro una pareja, si la despido, si la sigo, seré yo quien decida.

Agradezco a aquellos pies que siguieron en algún momento mi ritmo y deseo para ellos lo mejor, pero entiendo, también, que aquellos pies deben ahora bailar su propia canción. ¡Éxitos, siempre queridos pies, deseo para ustedes, una pista de baile llena de luz!