20 de junio de 2010

Lluvia, Federico García Lorca

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

Judío Errante

Cabe aclarar que esta publicación era de ayer, pero por ciertas cuestiones no la pude plublicar...

No sé cómo empezar. Hoy desperté y no quería pararme de la cama. Me arreglé como a eso de la 1 pm y almorcé por rutina. Sabía bien pero no lo suficiente como para despertar mi apetito perdido desde hace años. No desayuné. El día iba transcurriendo así, monótonamente como suele suceder. Ya me estaba desesperando, sentada en mi cama viendo el televisor, mas no la televisión, un pensamiento llegó a mi mente. “Tengo que salir de aquí” Y así lo hice.
– ¿Puedo ir a caminar?
– ¿A caminar?
–Si
–hmmm bueno
No estaba triste, contrariada o perturbada, ni siquiera pensativa, no podía pensar en nada. Estaba… aburrida en extremo, por decir de alguna manera. Cogí una chaqueta y mis llaves y me fui. No sabía a dónde iba a ir así que dejé que mis pies me guiaran. Sabía desde un principio que iba a resultar en un parque, quería ir y tirarme en el pasto, sentir el viento… pero tampoco quería hacerlo. Tenía pereza de todo, tengo pereza de todo.
Fui caminando por ahí en busca de una tienda que me proporcionara chocolate, y ¿¿¡¡pueden creer que no había??!! Al final de mi travesía me tocó conformarme con una panelita. Caminando llegué al parque V. y empecé a buscar un lugar donde sentarme. No sé por qué la gente me miraba raro. Alguien como yo, caminando sola en un parque, con el cabello alborotado por la cara y la mirada perdida… muy normal. Me iba a sentar en el pasto, pero había mucha gente por ahí y no me gusta la gente, además hacía mucho sol y no me gusta el sol, así que opté por sentarme en una banca que estaba bajo la sombra de un árbol. Era simplemente hermoso. Tantas imágenes pasaron por mi cabeza… Es en momentos como ese en los que desearía saber dibujar, pero siempre que intento plasmarlas en el papel mi mano no colabora.
Como no pude tirarme en el pasto traté de ejecutar uno de mis pasatiempos favoritos, mirar a la gente y tratar de descifrar sus pensamientos, de imaginarles una vida. Observé una pareja que venía caminando en mi dirección. Tenían un niño y una niña. Se veían felices. Me pregunté cuánto tiempo llevarían así, en qué trabajaban, cómo eran sus vidas, cómo se habían conocido… No debían llevar juntos mucho tiempo. Fue… interesante. Lamentablemente solo pude divertirme de esta manera durante cinco minutos. Mi cerebro estaba dispuesto a no colaborar.
Había ido para sentir el viento, pero no había viento, para sentir el pasto bajo mi espalda, pero me senté en una banca de duro pavimento, había ido para sentir la suave calidez de un bajo sol, pero no era exactamente suave, quemaba. No podía sentir nada de lo que había ido a buscar, pero tampoco quería regresar. Eso lo tenía bastante claro. De alguna forma extraña me sentía bien. Estando allí sola, mirando en la infinidad un lugar que nadie más podía ver, pensando sin pensar…

Y entonces empezó a llover. Ahora sí que era hermoso. En pleno rayo de sol, un brillante sol que destilaba una dolorosa luz para mis ojos, empezaron a caer miles de gotas de lluvia… hermoso. La gente empezó a correr alocadamente buscando resguardarse de la lluvia… más hermoso aún. El parque, anteriormente repleto quedó vacío en cuestión de segundos. Ahora sí que me sentía bien. Fui y me senté en el pasto dejando que cayeran miles de gotas en mi rostro, dejando que me mojaran los brazos, las rodillas, las piernas… no me puse la capucha, no me cubrí como todas las personas hubieran hecho. Dejé que el agua bañara totalmente mi rostro y mi cabello mientras buscaba en el cielo lo que debía de aparecer en tal situación, el arcoíris, pero por alguna extraña razón no aparecía por ningún lado. ¿Las nubes? Tal vez. Cuatro o cinco personas que se habían quedado escampándose bajo el techo de una tienda de enfrente me dirigían sus inquietantes miradas a cada nada y compartían entre sí comentarios sobre mí. Traté de ver por sus ojos, ¿era tan raro ver a alguien semi acostado en el pasto de un parque vacío mojándose? ¿Ver a este alguien disfrutando solitariamente de cada gota de lluvia? No me parece. Definitivamente no puedo ver por sus ojos.

Estaba esperando a que la lluvia cesara para poder disfrutar de las pequeñas gotas de rocío que quedaban en el aire, para poder acostarme totalmente y sentir la humedad y el pasto bajo mi espalda, pero no. La lluvia no cesó, por el contrario, cada vez se hacía más fuerte. Eso no era problema para mí. Hubiera deseado quedarme, seguir disfrutando de la lluvia, pero entonces pensé. Me di cuenta que si volvía más empapada de lo que estaba y además enferma no me volverían a dejar salir, y definitivamente no podía permitir eso, ya que estaba y estoy dispuesta a repetir mi aventura. Entonces me paré, evalué cuán empapada me había dejado la lluvia y empecé a caminar, como un judío errante, mirando en la infinidad un lugar que nadie más podía ver…

17 de junio de 2010

Había una vez...

Había una vez una florecita. Vivía muy feliz, según recuerda, pero entonces a una muy temprana edad en la vida de una florecita empezaron a haber temblores. Primero eran sismos pequeños, pero cada vez eran más grandes y siempre q había un pequeño temblor la florecita se desestabilizaba. Habían tantos temblores que hacían q hasta las raíces de la florecita se tambalearan, y ni que decir de los pétalos. Había temblado tanto q ya no tenia, solo le quedaba uno, y eso... ya se le iba a caer.

Una catástrofe ocurrió. Todo se destruyó. Ya no había tierra para la florecita, ya no había sol, ya no llovía y cuando llovía lo hacía tanto y tan duro que la ahogaba. La florecita quería rendirse, estaba tan mal que ya no quería más, se había cansado de tratar y tratar en vano. Pensó en desenterrarse a ella misma… ya no quería luchar.
La florecita sabía que no era la única afectada por la catástrofe pero aún así sentía que no iba a poder más…la florecita se dio cuenta que estaba agonizando, se dio cuenta q ya no podía salvarse así que decidió salvar a las otras florecitas que habían por ahí porque las había conocido y creía que eran buenas, que en verdad se preocupaban por ella. Pero resultó que no. Cada vez que la florecita conocía a otra flor le daba un poco de sus minerales, la nutría... pero resulta que las flores aprovechaban los nutrientes y cuando estaban saciadas se iban, la abandonaban.

La florecita ya había experimentado la soledad, había estado todo el tiempo sola... pero ahora dolía más. La florecita no sabía porqué. Tal vez era porque el golpe era nuevo, era reciente… el caso es que dolía mas, dolía demasiado. Las nuevas ilusiones que la florecita tenia respecto a las otras flores y a sus nuevas posibilidades respecto a replantarse y continuar... se desvanecieron en un instante, se hicieron añicos, y la florecita decidió no luchar. Ya estaba cansada, agotada, extenuada, agobiada, adolorida, destrozada... muerta.
El tiempo pasaba. Cuando la florecita despertó se dio cuenta q había crecido, q el tiempo podía pasar incluso para una flor muerta, y entonces sucumbió mas. Se dio cuenta q no podía esperar más, era demasiado dolor, además ya no tenía motivos. Pensó en desenterrarse totalmente. 1, 2, 3, sería un leve dolor y luego... paz, o eso creía ella. Cuando estaba a punto de hacerlo un milagro ocurrió. Llegó un jardinero y la replantó, la fertilizó y le susurró palabras de aliento, le habló de un nuevo mañana de algo de felicidad futura. ¿Felicidad? -dijo la florecita -la conocí… por eso ahora q no la tengo duele más... felicidad. La quiero. Por favor... dámela -rogó la florecita -y entonces el jardinero le envió pequeñas flores, tres. Una más grande q las otras pero tres.
-te gusta ése número, ¿verdad, florecita? -le preguntó el jardinero
-Sí, siempre me ha gustado –respondió
-ahí está... la felicidad q pediste. sabes q hacer, ¿no es cierto?- preguntó el jardinero
-si... éso creo
-crees?
-no... No creo... lo sé. Sé q debo hacer -resultó que ésas pequeñas florecitas estaban igual que ella... marchitas... semi-muertas. Apenas la florecita las conoció las quiso con su alma, o con lo q quedaba de ella.
-lo ves, ¿no es cierto?- preguntó el jardinero -ahí está tu motivo. Ya no estás vacía, ahora... encontrar la felicidad dependerá de ti
... Y la flor lloró. Lloró porque había encontrado lo q tanto había necesitado, porque se lo habían regalado, porque era suyo, aunque las pequeñas flores no lo supieran todavía, porque ellas eran su motivo... lloró de felicidad.
Y cuenta la historia que todavía está la florecita buscando la felicidad, que todavía tiene enfrente suyo aquellos regalos y q según parece, jamás los dejará, a menos claro, que sean ellos los que no quieran estar con ella
Todavía hay temblores... incluso amenazas de catástrofe. A veces son leves... a veces muy fuertes, pero aunque la sacan de la tierra y le causan dolor la florecita sigue luchando… resulta que ya no son las mismas tres pequeñas flores. Ya no son tres, pero la florecita sigue luchando por ésa que queda, ésa q es suya y q siempre lo será
*fin*

Reflexiones de una tarde lluviosa

La felicidad no se compone por los momentos en los que tu cielo está despejado y libre de nubes grises, la felicidad verdadera consiste en encontrar la luz detrás de las nubes grises, en saber que siempre está allí, aunque no siempre la podamos ver. Fue lo que entendí en aquella lluviosa tarde de lunes festivo, mientras temblaba de frío y contemplaba el encapotado cielo. Mientras trataba de comprender el porqué de las lágrimas que, a unos cuantos pasos de mí, se estaban derramando.
“Watashi wa hikari” Te encuentras cubierta por un triste, encapotado cielo. Déjame ser tu luz. Dios: bríndame tu favor. Madre: dame tu protección. Madre tierra: dame la sabiduría que sólo tú, con tus tantos milenios de vida, puedes tener. Invoco, solicito, ruego… su favor.
“No llores… No. Llora… Saca todas ésas lágrimas. Llora. No dejes nada adentro” – Llora mucho hoy, para que mañana no tengas que llorar por el mismo motivo, me faltó decir –.
Ahora, en este justo momento, no puedo hacer mucho por ti, más que decirte palabras que seguramente ya habrás escuchado, más que decirte cosas que tú ya sabes. “Me volveré más fuerte” No tengo un pañuelo, pero sí tengo dos hombros. “…Y cuando ya lo sea, haré mi mayor esfuerzo para mostrarte ésa la luz que esconden las nubes” Estaré a tu lado siempre que lo necesites, y aún cuando no lo necesites. “Las nubes no se roban la luz porque quieren. La luz le brinda calor a las tristes, grises nubes friolentas…”
“Es más fácil hablar con personas que se parecen a ti” Las personas son irremplazables cuando han logrado llegar a tu corazón. “Si te sientes sola, háblame, que te estaré escuchando aunque no te pueda ver” – quise citar – “…Y ahora siempre llueve porque estoy sin ti” – nunca quiero tener que decir eso – “yo sólo quiero hacerte saber, amiga, estés donde estés, que si te falta el aliento yo te lo daré” – zutto soba ni iru yo–.
Yo pronostico en tu cielo... un gran panorama. Levemente soleado y una noche despejada




12 de junio de 2010

Celebración

Hoy pasó algo interesante. Día de la familia. No fue como otras veces en las que mi ánimo se iba por el suelo con sólo amanecer. Me sentí muy bien... hasta que pasó éso. Después de la típica Eucaristía, los bailes, cantos y la revista, parecía que las cosas iban mejor, que era un "nuevo día", pero, según veo, no es así.

"Si tan sólo no hubieran coincidido nuestros caminos..." Fue sólo una mirada, un gesto -posteriormente reemplazado por duras palabras- pero éso bastó para hacerme entender que nada, en ése sentido, ha cambiado, y que probablemente, nunca lo haga.
No diré que me tumbó al suelo y me impidió respirar. No lo hizo, pero algo dentro de mí sí lo sintió. Me hizo experimentar -y recordar- cosas que no quería y eso, aunque no lo quiera aceptar, me desestabilizó un poco.


"Vean el lado positivo" No está en mi naturaleza pero lo haré. No dolió tanto como las otras veces. Aunque lo califiqué como positivo no estoy muy segura de ello, puesto que ésa afirmación me da dos posibilidades:
1. Me estoy volviendo fuerte.
2. Soy insensible de nuevo.
No es por ser pusilánime, pero de ser cierta la primera posibilidad, no impide que me sienta mal, porque fuerte o no, me parece un poco cruel. A veces siento que el masoquismo me gana. Siento que a veces soy yo misma quien busca un motivo para sentirme mal.
No es que no quiera progresar, "superar las cosas", o como se diga, es sólo que siento que es una parte importante de mí. Es una de las pocas cosas que me quedan de éso que tenía antes y que ahora no poseo, y lógicamente, no quiero dejarlo ir. Quiero, aunque sea, aferrarme al dolor que éso dejó. Así seguirá siendo mío, seguiré teniendolo un poco.
Sé que es masoquista, pero soy una persona posesiva, además de todo. ¿Qué más pueden esperar de un scorpio?

11 de junio de 2010

De la consternación a la alegría


Esta es una publicación atrazada de hace dos días... creo que ya se me está volviendo costumbre, y lo peor es que no es mi culpa -... profesores que me dejan sin tiempo ¬¬ - trataré de no permitirlo, pero no prometo nada.

"Hoy me siento un poco… consternada. No entiendo qué es lo que la gente espera de mi, qué es lo que piensa de mi-bueno, sí lo sé- Que soy un ser frívolo, insensible, estricto… no sé cómo pueden decir tantas cosas sin siquiera conocerme (...)" Sí. Así iba a empezar mi publicación. Hablando de cosas que pasaban por mi mente en ésa calurosa, y por tanto, horrorosa tarde. De cosas que, a la larga, no tenían relevancia, ya que no harían ninguna diferencia pues la fuerza de costumbre es tan grande que lo que hagas, o intentes hacer en unas semanas, no borrará lo que has hecho durante años.
Iba a hablar de lo triste que es que la gente no se de cuenta de lo que estás tratando de hacer, pero afortunadamente -y quien lo dijera - las tareas no me dejaron... y mi dueña tampoco.

Fue gracioso, ¿sabes? El pasar de un momento a otro de la consternación y el estado pensativo a la alegría. En verdad te lo agradezco, y no me cansaré de hacerlo nunca.
Pocas veces lo he dicho, y no porque no sea importante, sino que a veces no es el momento apropiado. Eres mi motivo, mi metrion (camino de la esperanza), mi aliento cuando quiero desfallecer. Eres ése oasis que encuentras después de un largo caminar por el desierto... como el agua proveniente de un manantial, la cual alivia mi fatiga y renueva mis fuerzas.
Nunca encontraré palabras suficientes para expresarte todo lo que siento, y tal vez por eso no te diga las cosas a menudo, pero quiero que sepas lo que siento, y que aunque no estemos todo el tiempo juntas en un plano físico, siempre te llevo en mi mente y en mi corazón...

6 de junio de 2010

Publicación atrazada...

¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando menciono la palabra "error"? ¿Una palabra, un recuerdo de algo que hiciste, una imágen? Somos humanos. Está en nuestra naturaleza el equivocarnos. Pero aunque todos sepamos esto, no significa que va a dejar de doler.

Cosas que dijiste, cosas que hiciste que lastimaron a alguien -incluso a ti mismo- sencillamente no desapareceran con las palabras "lo siento". Lo hecho, hecho está, y no, aún no existe, para fortuna o desgracia nuestra, una máquina del tiempo que nos permita reescribir la historia o deshacer nuestros errores; pero siempre existe la posibilidad de remediarlos.


No pienses que será fácil y total, pues no es cierto. El jarrón se rompió y aunque lo restaures nunca será igual que antes. Un "lo siento" no arregla nada. Es sólo la frase que usamos para aceptar que fue nuestra culpa, y que no podremos hacer más. Aún así. Lo siento.

No recuerdo en que momento el jarrón cayó al suelo, sólo sé que cuando quise ver qué había pasado ya era demasiado tarde. Miles de trozos de cristal estan esparcidos por el blanco baldosín. Unos son grandes, otros demasiado pequeños como para formar algo. Algunos fragmentos los puedo pegar, pero hay otros que no, son demasiado pequeños. Muchas cosas se perdieron, se rompieron totalmente y no podrán recuperarse nunca.

Fue mi culpa, lo admito, y lo siento en el alma -literalmente- Lo que tenía con ciertas personas nunca podrá regresar a ser lo que era en ése momento, pero siempre puedo empezar de nuevo. Es lo doloroso, y a la vez hermoso de la vida. No importa si queda o no igual, lo que importa es que siempre habrán trozos en el suelo, siempre quedarán fragmentos de éso que tenías antes y habrá pegamento a la vista. "Cuando busques entre las cenizas, mira bien."

Sólo me queda por decir, lo estoy intentando.